lunes, 6 de octubre de 2014







Establezco el principio de que estamos inclinados a creer reversibles, los procesos irreversibles.

Escribo estas lineas a solas. No debería estarlo, o, al menos, no estaba previsto, pero estoy solo.



No me encuentro bien, tengo la tristeza agarrada a las tripas, la amargura que tiende a cubrir ausencias no deseadas.

Durante la maniobra de despegue de un avión, si algo va mal, el piloto puede abortar el despegue siempre que no llegue al punto de no retorno. Una vez superado este, el avión ha de abandonar la tierra y elevarse en el aire.



Creo que en las relaciones personales también hay un punto de no retorno. Y he creído reversible este devenir. La esperanza nos salva, pero suele ser mera ilusión, el proceso ha resultado irreversible.

Esta vez no ha habido tormenta, ni olor a tierra mojada..

Está el mar, huele a salitre...Aquí no hay senda marcada en la arena, cada ola es un final y un principio para las huellas...

Es tiempo de alejarse del flujo de pensamientos que agitan la mente, brotando sin término, de olvidarlo todo escuchando el arrullo del oleaje...




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